Sentada estoy,
miro al cielo,
y las nubes blancas,
nubes de algodón
juegan a mil juegos
de transformación.
Extiendo mi mano,
¡yo quiero tocarlas!
Pero están tan altas
que solo mis ojos
pueden alcanzarlas.
Y siguen volando
sobre mi ventana
y se van volando,
y se van calladas.
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